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Hoy podés ser un superhéroe, un salvavidas en medio de un acantilado, si te atreves a mirarme si te atreves a lanzarte. Ojalá te des cuenta que lo único que espero de vos es que me salves y me des una oportunidad.
Su perfume olía mejor. Yo lo sé. El amor también. Cabe mejor en sus clavículas que en las mías. A veces todavía te sueño correr entre la niebla hacia ella. Yo soy la que se queda mirando la escena. Siempre soy la que mira la escena. Corres y siento tu cuerpo frio y sudado. La gota que siempre se te forma en la patilla ahora corre hacia abajo y está llegando a tu cuello. La gota también ya está fría. Pero vos seguís corriendo hacia ella y yo me rompo un poquito más cada 10 metros que te acercas ¿Qué fue lo que hizo diferente?
Desperté. Tu talón chocaba con el mio. Al instante me di cuenta que no estaba durmiendo sola. Ahuyente todas las posibilidades y razones porque decidí esperar a que despiertes. Te despertaste. Tu brazo izquierdo abrazo una parte de mi cuerpo que terminó pegado al tuyo cuando te desperezaste. ¿Qué habrá hecho de nosotros la luna mientras dormíamos? “A mi me gusta dormir sola” lancé. Ni siquiera me miraste cuando te levantaste de la cama y, mientras te vestías, mordías tu labio inferior como quien busca en el silencio el consuelo para no estallar. Cerraste la puerta y te fuiste. Me quede sola. Ahí entendí que, si bien amar es buscar la comodidad del otro, también es saber irse a tiempo.
El otro día Pocha trajo un cajón de manzanas de la feria. Maria había vendido todos menos ese y decidió regalárselo porque siempre la ayuda a levantar el puestito de la feria los domingos a la mañana y le ceba mates los sábados antes de que caiga el sol. Cuando llamo al polaco, su nieto, para que la ayude a llevárselo, el exhaló “para que queres tanta manzana vieja, seguro la mayoría están podridas”. Pocha lo callo con un golpe en la nuca. Polaco era el único nieto que ella tenía, “un malandra”, así le decía. Aun así, quizás él sea la única persona que siempre atienda el teléfono cuando ella necesite a alguien que le cargue un cajón de manzanas. Fueron los dos silbando bajito, caminando hacia la casita humilde donde vivían. El día anterior había llovido, la calle de tierra estaba imposible de caminar, pero nada impidió que lleguen a destino. Pocha al entrar puso la pava en la única hornalla que tiene, y saco los bizcochitos que le compra a don Juan todos los viernes. “Mientras se c...
En el país de la locura, somos de esos extraños que chocan sus cabezas persiguiendo una hoja de papel, existe la tinta infinita con olor a inspiración y los bares llenos de gente recitando lo que su corazón quiso expresar. Sin embargo, en medio del tumulto de gente, yo reconozco tus ojos miel y vos lo poco que queda de mi color de pelo sin tintura. En donde nos situamos ahora, vos de la mano con ella y yo buscando mi norte, rozas mi mano cuando pasas por al lado mío. Y yo, te juro que sí, escuche tu grito de auxilio. Mire para arriba pidiéndole a algún Dios que nos saque de este frasco y nos devuelva enteros y sin quebraduras. Después de meses me contaste que habías encontrado en el parque la inspiración que el tiempo te había robado y compartías tus experiencias con aquella niña con la que aprendiste a jugar en ese mismo lugar. Recobraste el brillo en las pupilas y medio que mi alma también. Encontraste el norte, que era diferente al mío, pero que nos unía de una forma inexplicable...